Ermita de Santa Ana
La ermita de San Ana es más que un pequeño edificio. Es el centro de un barrio con solera y que mira con orgullo a su plaza y capilla.
La ermita se construyó en 1575 posiblemente sobre otra anterior, en terrenos entonces situados, extramuros de la villa. A lo largo de los siglos XVII y XVIII, conoció un progresivo deterioro hasta el momento del establecimiento en ella de la orden tercera de San Francisco de Asís, que la reparó. Otro periodo negativo para el edificio fue el que siguió a 1809, año del decreto de José I sobre suspensión de órdenes religiosas.En 1829 fue reconstruida una vez más por la citada orden tercera.
La planta es de cruz latina aunque desde el exterior no se puede apreciar ya que a los lados de la ermita se adosaron viviendas. En su interior combina sistema abovedados y dintelados. La nave longitudinal utiliza cubierta plana con tirantes de madera en resalte. En los brazos del crucero hay sendas bóvedas elípticas decoradas con casetones y soportadas por pechinas por su parte, el tramo de la cabecera presenta bóveda de cañón y la decoración es también variada, incluyendo la de tipo epigráfico que hace referencia a la reconstrucción de 1829.
El resultado es una bonita y amplia ermita presidida por la imagen de San Ana que procesiona todos los 26 de julio. Y lo hace en medio de un barrio y un pueblo que se vuelca en un programa lleno de actividades que reúne a todos los vecinos en torno a la ermita y en plena plaza .Sus paredes sirven de pantalla para una de las actividades que en los últimos años se ha convertido en imprescindible, cine de verano en pleno barrio de Santa Ana. Tampoco faltan los tradicionales roscos de Santa Ana y el homenaje a los abuelos y personas mayores; recordemos que Santa Ana era la madre de la Virgen María.
Tras todo este trabajo está a lo largo de todo el año la Hermandad de San Ana que se encarga del mantenimiento de la ermita y de la tradición.