Lina y Mari Paz: cuando el gimnasio no tiene edad

“Mientras podamos aquí seguiremos dando a la bici y moviendo el cuerpo”

Laura Figueiredo (27 de junio de 2024).- Son vecinas y amigas y los lunes y miércoles toca ir “a la gimnasia” como ellas dicen. Saben que deben ir, hacer sus tablas y ejercicios y es que además van contentas, les gusta y tienen claro que como se queden en casa… malo.

Son Lina Escribano Porrero y Mari Paz Muñoz-Quirós Prado, las dos son viudas y las dos llevan ya muchos años yendo juntas a hacer gimnasia. Lina suma 14 años desde que se quedó viuda, tiene tres hijos y cinco nietos; Mª. Paz enviudó hace 11, tiene tres hijos y tres nietos. Son conscientes de la importancia de moverse y de no faltar “para valerme por mi misma lo mejor posible” dice Lina que tiene 80 años. Su amiga va a hacer los 77, nos dice que el médico no tiene la receta que tanto ella como tantas personas necesitan, una medicina que reste años “porque aquí el problema es la fecha de nacimiento”. A pesar de ello, no se queja pues al margen de los pies no le duele nada mientras que Lina nos cuenta las cuatro prótesis que lleva y sus dolores de espalda y aun así y con una sonrisa en la cara nos dice “es lo que hay y estoy conforme”. Temen de manera especial las caídas y ya Mª. Paz advierte que “junio es el mes de las caídas” y de hecho la pobre Lina esa misma mañana yendo al gimnasio inauguraba el mes con un tropezón y golpe que la ha dejado dolorida. Pero lo sorprendente es que ahí está, en el gimnasio haciendo lo que va pudiendo que no es poco porque la voluntad puede más que el dichoso golpe.

Lo cierto y verdad es que ellas dos junto con su grupo de “ir a la gimnasia” demuestran y dejan claro que el “gym” no es solo cosa de jovencitos y jovencitas que para ir a estar en forma no hay edad.

Nos hablan de su día a día, sus hijos y sus nietos. De las diferencias con la generación de sus madres “cuando ni había gimnasios y menos para las mujeres” y con la de sus hijos y nietos a quienes ya se les procura dar estudios y otra forma de vivir. Como nos dice Lina, las diferencias siempre han existido “pero que pienso yo que ni tan poco como antes ni tanto como ahora”. Eso sí las dos se sienten muy atendidas por sus hijos y en los nietos ven una alegría.

Lina y Mª. Paz tienen una agenda muy ocupada porque si dos mañanas toca ir a la gimnasia otra es ir al mercadillo, otra a los churros y el chocolate con el carrito para pasarse por el supermercado de vuelta a casa. Y todo andandito y con muleta incluida en el caso de Lina. Y los fines de semana cena con las amigas. Así se van pasando los días y las semanas con el mejor humor y ánimo posible.

-¿Qué te ha pasado Lina?

Lina.- Pues que viniendo me he caído y dado un buen golpe. Un golpe que me duele y dolerá.

Mari Paz.- Es que estamos en el mes de las caídas.

-¿Y por qué junio es el mes de las caídas?

L.- Pues eso me pregunto también yo, ¿por qué es el mes de las caídas?

M.P.-  Pues anda porque allí todas las vecinas nos caemos en el mes de junio. El año pasado fui yo la primera y este año ha sido la Lina la primera.

-L.- Siempre dan miedo las caídas, pero es que además yo tengo cuatro prótesis que es peor todavía. Las dos rodillas y las dos caderas.

-Y a usted Mari Paz, ¿qué le duele?

M.P.- Los huesos duelen ya de la edad. Ya me dice el médico que la receta que yo, y tantos necesitamos, no ha venido y es que lo que me duele es la fecha de nacimiento y veinte años menos no hay medicina que lo logre.

-Bueno a pesar de los pesares ¿Cómo estáis?

L.- Pues en general regular solo, me tienen que operar también de la espalda y no pueden de lo delicada que es y entonces estoy tronchada por completo. Bueno que estoy fatal, pero me doy por conforme.

“Pues yo estoy fatal, pero me doy por conforme y aquí estoy en la gimnasia" 

-M.P.- Yo estoy bien, a mí no me duele más que los pies y es que no puedo con esto de los talones. Ahora eso sí, en cuanto ando cuatro pasos ya estoy casi corriendo.

-¿Por qué venís al gimnasio?

L.- Pues para valerme mejor porque de la otra manera estaría casi en una silla de ruedas. Por las tardes, que ya me siento, cuando me quiero poner en marcha tela marinera. Es que si me quedo en mi casa no me muevo. Ya a los dos meses de las operaciones me venía a la gimnasia y me gusta, pero es verdad que para moverme tengo que hacer esfuerzos.

“Vengo a la gimnasia para valerme mejor porque de la otra manera estaría casi en una silla de ruedas” 

M.P.- Pues yo vengo porque me lo paso bien. Es una hora que estás fuera, no estás sola en tu casa y lo pasas bien.

“Pues yo vengo porque me lo paso bien”                                                                             

-¿Desde cuándo hacéis gimnasia y deporte?

L.- ¡Uy! yo desde hace mucho. Empecé cuando se murió mi marido. Primero con Fernando en la calle Palomar, allí empecé. Cuando cerró fuimos a Miguel Ángel en el Pozo Hondo y luego ya empezamos en Delicias.

M.P.- Yo llevo ya los 11 años, los que lleva mi marido enterrado.

-¿Qué pasa que cuando os quedáis viudas es cuando podéis cuidaros?

L.- Sí, es que antes no podía, fueron diez años con mi marido enfermo con un cáncer ¡Imagínate! Más en el hospital que en casa.

M.P.- Yo estuve también con mi marido cuidándole. Y ya cuando me quedé viuda pues esta (por Lina) me empezó a animar. Me acuerdo que mi hermano les decía a mis hijos –dejadla que cuando decida salir no la vamos a sujetar porque tiene su genio y no habrá quien la pare-. Y así ha sido.

-¿De dónde sale tanta voluntad para no faltar al gimnasio?

L.- Pues de no querer vernos paradas e inútiles. Y si no voy, ya tengo a mi hija con el –venga mama a andar-.

M.P.-Sí, siempre están mirando que salgas y no faltes. Yo antes de quedarme viuda es que he hecho una vida muy bonita.  Mi marido trabajaba en la Ferrovial y a donde él iba ya me iba yo con él a la semana. Iba y venía pues los chicos se quedaban aquí. He vivido muy a gusto y siempre que podía ser viajábamos con los hijos.

-¿El venir al gimnasio es también con miras al futuro?

L.- Claro, para darle el menos posible trabajo a tus hijos.  Evitarles todo lo que pueda y un poco más. Poner los medios y luego será lo que Dios quiera.

M.P.- Pienso lo mismo, aunque sabe Dios lo que nos pueda esperar pero que por nuestra parte no quede.

-¿Qué es lo que más os gusta?

M.P.- Las máquinas me encantan y eso de llevar pesas y levantar pues no me gusta

L.- Yo es que no puedo cargarme pesas y cojo las más pequeñas Las máquinas es lo que me gusta mucho; lo de andar de aquí para allá tampoco me gusta, pero es porque me cuesta.

-Está claro que el gimnasio no es solo de los jóvenes.

L.- Es para todo el mundo, esto no tiene edad. Esto para los mayores es muy necesario porque es una gimnasia de mantenimiento y porque cuanto menos haces menos puedes. Los jóvenes van a más y más y ahí les ves cada vez con los brazos más grandes. Nosotras con mantenernos tenemos bastante y ya es mucho. Claro que el gimnasio es para todas las edades y más cuando empiezan a doler las articulaciones.

“El gimnasio no tiene edad y es muy necesario y más con los años porque cuanto menos haces menos puedes” 

M.P.- Hay mucha juventud que no les gusta. A mis hijos no les gusta y no vienen.

-¿Pensabais que os iba a gustar el gimnasio o veníais a ver qué era eso de ir a la gimnasia?

L.- A mí es que me gustaba esto del deporte y desde el principio empecé contenta.

M.P.- Pues yo no, no me llamaba la atención para nada. Era un probar a ver si me gustaba. Y luego es que desde el principio congeniamos muy bien y eso da gusto. Llevamos yendo juntas las dos a todos los gimnasios.

L.- Hemos estado siempre juntas.

-Qué de cosas podéis contar.

L.- ¿Sabes cómo se llama a eso? Los años que se tienen. Cuantos más años más cuentas, más cosas tienes para contar.

Cuantos más años más cuentas"                                                                                                                       

M.P.- Y cada vez te acuerdas más de lo antiguo que de lo de ahora. ¡Puff! de antes me acuerdo de mucha gente del pueblo, de mucha.

-Pero lo vuestro es gimnasio y mucho más, porque cuando no toca ya os veo yo en danza por otros sitios.

M.P.- Tenemos una semana muy bien acoplá. Mira, los lunes y miércoles aquí a la gimnasia, los martes al mercadillo, el jueves a los churros a desayunar y ya de ahí al supermercado, al que toque y ya volvemos pasadas las 12 con nuestros carros y la compra hecha. Los viernes libres, a mí me va la peluquera y esta pues se dedica más a fondo a su casa.

L.- Y los sábados y domingos salimos a cenar con otras amigas por ahí cerca de casa porque yo no puedo andar mucho.

-¿Qué piensan vuestros hijos cuando os ven en el gimnasio?

L.- Pues que muy bien. Mi hija me pasa revista para ver si falto. Están muy pendientes siempre.

M.P.- Mis hijos lo que quieren es no esté metida en casa, que salga y que no esté triste. Así que si a mí me gusta el gimnasio a ellos también.

-¿Seguís ejerciendo de madres?

L.- A ratos porque como ya tienen sus casas y familias… Pero es verdad que están muy pendientes.

M.P.- Yo tengo a dos en casa, así que ahí sigo ejerciendo pero que me ayudan mucho.

-¿Ejercéis de abuelas?

L.- Yo la verdad es que no mucho. Mi hija no está aquí que tiene tres y mira si le hacía falta, pero no podía ser. Aquí, antes con la nieta mayor pues me iba a su casa a cuidarla mientras la madre trabajaba.

M.P.- Y yo he cuidado mucho al que tiene 18 años, a ese hasta los 14 le he cuidado en mi casa sin moverse y tengo una de 14 que ha estado en mi casa hasta los 10. Y tengo otra de mi otro chico que también he cuidado. Yo sí he hecho de mucha abuela.

He hecho de mucha abuela”                                                                                                       

L.- Y yo sin tenerlos he hecho de mucha abuela. Y si no cuando me dicen -yaya que me voy a comer contigo- y yo –pues vente hermosa- y tan contenta.

-¿Veis mucha diferencia entre vosotras y vuestras madres a vuestra edad?

L.- Sí porque ahora con más años parecemos que estamos más jóvenes. Ellas parecían mucho mayores.

-¿Y vuestras madres no venían al gimnasio?

M.P.- No, no y ni se les pasaba por la cabeza.

L.- Además es que tampoco lo había como lo hay ahora y menos para mujeres.

-¿Dónde veis mayor diferencia de vuestra generación con la de vuestros padres o con vuestros hijos?

M.P. Yo creo que con nuestros hijos. Nosotros éramos muy diferentes y eso que yo no me puedo quejar que mi madre era ya muy moderna.

L.- Claro que yo lo noto más con mis nietos, pero sí han cambiado mucho las cosas. Mira, con nosotras el novio pasaba a tu casa cuando ya te ibas a casar y ahora es muy distinto. Antes no se estudiaba tanto y enseguida que podías te ponías a trabajar y ahora hemos procurado que se formen y dado al menos esa oportunidad. Y anda que te ibas a ir por ahí tú sola con el novio, eso era impensable.

“Han cambiado mucho las cosas. Mira, con nosotras el novio pasaba a tu casa cuando ya te ibas a casar y ahora es muy distinto” 

M.P.- Bueno yo todo eso sí lo he hecho. Esta no podía, pero a mí, mi madre me dejó mucho pero no era lo normal.

L.- La regla general no era esa.  Yo lo que conocía no era así. Es que además me decían que no y yo obedecía. Y pienso que ni tan poco como antes ni tanto como ahora. El término medio… ahora hay cosas que tampoco me gustan mucho y digo yo que será por ser ya tan mayor y ser de esa mentalidad, pero hay cosas que no me gustan.

-Bueno, ¿dispuestas a seguir viniendo al gimnasio?

L.- Sí, por supuesto, mientras pueda aquí estaré.

M.P.- Y yo con ella que ya son muchos años juntas y de gimnasia.

Y ahí las dejo con su grupo de gimnasia haciendo bicicleta, pesas, pelota y para arriba y para abajo. Luego de vuelta a casa andandito y ya por la tarde cada una en su casa y con sus quehaceres que pasan por coger un rato la tablet o el móvil y hacer sopas de letras o solitarios. Ellas no se sienten solas, aunque saben que cada vez hay más personas que sienten soledad y eso, me dicen, es muy triste. 


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